Publicado en elfar.cat
Todo son propósitos a mi alrededor, sobrevuelan los deseos como las últimas hojas del otoño cayendo ya sin protagonismo en busca del invierno. La gente planea las últimas compras y se preguntan por el menú de la cena de Nochevieja. He ido a cuatro divertidísimas comidas de empresa, he comprado tres regalos invisibles, dos de ellos «pongos» en toda regla, me he gastado en lotería mucho más de lo que podía permitirme y llevo ya para mi imaginario cinematográfico unos cuantos bodrios navideños y, por suerte, la fantástica, necesaria e imprescindible Smiley.
Reviso instagram y leo a Adria Petty “comparto esto con todos a los que les falta un ser querido mientras se acerca la Navidad. Es un dolor extraño”.
Todo son luces brillantes a mi alrededor y nada, nada, me llena el agujero desgarrador e inconmensurable que siento en todo mi ser al verme abocada a afrontar una Navidad en la que no estás tú. Hemos hecho, con estos días, lo que hemos podido.
Todo son buenos propósitos; lo intentamos, nos bombardean los mensajes de positivismo y la ternura exquisita se hace comercial en los anuncios de Campofrío, Pero mientras muchos brindarán con sus copas por un 2023 superior, otros tantos lo haremos sin un atisbo de esperanza en que nada pueda ir ya a mejor.
Hay personas a tu alrededor a las que estas fiestas, lejos de ilusionarles, les supondrá una barrera más, un obstáculo infranqueable en su personal proceso de dificultad, duelo, enfermedad, soledad… No les acompañan los anuncios, las canciones, las infinitas muestras de luz y de color de las publicaciones en redes. No ayuda la imposición de estar bien cuando ni puedes, ni quieres, ni te apetece poder querer.
No pretendo, evidentemente, pedirle al mundo que frene su cíclico reloj solo porque el mío se detuviese por aquel mes de febrero y empezase a contar para atrás en lugar de hacia delante, pero este año… como deseo, regalo de Reyes, pido que cuando envíes ese mensaje de felices fiestas, de feliz año nuevo, a tu grupo de personas te detengas en enviar uno especial a aquella persona que sabes que no tiene ganas de Navidad.
En Nochebuena un par de amigos lo han hecho conmigo, y me ha parecido la muestra palpable, real e irrefutable pese a todo, de que el espíritu navideño existe.
Felices fiestas