Es una noche más pero no lo es.
Montones de personas nos sentamos y brindamos por la esperanza de que lo que viene sea mejor. Nos mandamos mensajes, escribimos propósitos, nos llámanos a las 00:01 buscando que el teléfono dé tono para decirle a las personas que quieres que les deseas felicidad.
No es una noche más, brilli-brilli, rojo, tacones, gambas, uvas y champan. Aunque solo sea por las burbujas.
Agradecemos lo pasado, somos privilegiados, y nos intentamos acordar de todas las personas que nos han hecho bien.
Le pedimos cosas al año que entra, con un punto extraño de exigencia, relativa paciencia y bastante ilusión.
Y lo hacemos casi todo el mundo a la vez, moviendo esa energía según las campanadas suenan alrededor del mundo.?
No voy a ser menos: le pido a 2022 que nos dé tregua de una vez.
Que mi familia y mis amigos y amigas consigan o se acerquen a sus sueños y metas y que sepan y comprueben que pueden contar siempre conmigo… para reír, para llorar o para lo que haga falta. Que yo quiero para siempre, y sé querer bien.
Que mis chicos sean felices y aprendan las cosas importantes. Que vivan lo bonito y que lo malo no les cargue las mochilas más que de anécdotas.
Que la empatía, la inteligencia, la solidaridad, el respeto, la coherencia y el amor sean los motores que gobiernen nuestros mundos.
Y a 2022 le voy a pedir para mi: voluntad, enmienda y propósito, para aprender a aceptar lo que me merezco y disfrutar.
Y sino, se lo volveré a pedir a 2023, que a cabezona me gana poca gente.
Feliz año.
#GraciasVida