Y pasearemos por la calle vieja, hasta que te cuente las cosas que nunca te he dicho.
Habrá un espacio y un lugar.
Te enseñaré rincones secretos en los que espero que me roces la mano, como si fuese natural y no inesperado.
Seremos, de nuevo y sin un antes.
Construyendo recuerdos sobre silencios y tiempos muertos. Lo taparán todo, también la triste carga de errores, con el peso de lo que esperamos haber aprendido.
Las cosas que dolieron se borrarán, como todo lo malo que deja de tener importancia cuando llega lo mejor. Y me giraré a descubrirte el mirador escondido, y te insistiré en todo lo que quiero tener, piedra a piedra, en ventanas con pórticos de madera y chimeneas que tendrás que encender por mi.
Y me insistiré, en todo lo que quiero ser, piedra a piedra. Miraremos con ojos prestados lo que ya habíamos creído ver antes. Y a lo mejor, dejaré de tener esa sensación constante de estar ignorando todas las señales y perder el tiempo.
Nos haremos mejores, después de todo, pese a todo.
Y sino, pasearemos.