Publicado en Club Cortum
Solo por eso, ya deberían votar, tanto si están de acuerdo como si no. Voten.
Pese a todo, pese a lo que opinen de la clase política (que, escuchen: como en todas partes ni todo será bueno ni todo va a ser malo), pese a que estén hasta -palabras que no se merecen incluir en este artículo- y prefieran autoconfinarse en sana rebeldía. Pese a su propio enfado, más que comprensible y justo, voten.
Les voy a decir por qué.
Voten, porque el derecho a voto prevalece sobre muchos otros precisamente porque es nuestra forma más evidente de alzar la mano y recordar a quién haga falta que aquí quien manda es el pueblo, nosotros y nosotras.
Voten, si son mujeres, porque recuerden que hace menos de cien años, aunque quisiesen, no se les permitía hacerlo. Solo los hombres ostentaban ese privilegio. Exacto: votar es un privilegio.
Voten, porque tenemos que ser capaces de decir basta cuando un montón de gente pretende tomarnos el pelo y alargar una mentira que ya nadie se cree. Y no hablo de la independencia, sino de su proyecto. Jamás quisieron lograrlo. Jamás. Solo “marear la perdiz” jugando a hacer política. No estamos para más juegos; voten.
Voten, porque van a encontrar la facilidad del voto por correo. Y si no prefieren papeleo, encontraran colegios electorales con todas las medidas de seguridad habidas y por haber (epis, desinfección, ventilación, distancias…). Si van en transporte público, recogen a sus hijos e hijas en el colegio, hacen cola en una tienda, o van a un restaurante sin miedo (aunque con precaución), no tengan miedo a ir a un lugar donde millones de ojos estarán supervisando que todo sea correcto.
Y por último, pero no menos importante: voten por amor. Amor, sí; a la sanidad pública, a nuestra educación pública, a invertir en innovación, a promover los cuidados a quienes los necesitan. Amor a pensar que el que más tiene ha de ayudar al que menos. Amor a tener un país feminista, sostenible y más justo.
No les voy a decir a quién han de votar. Es más, me voy a dirigir a una persona de derechas, nacionalista o independentista, ideologías opuestas a la mía: no coincido en la mayoría de cosas con usted, pero sí en su derecho a defenderlas; así que vote.
Y a los y las de izquierda, a los que mi artículo os remueve: ojo, que mis interlocutores anteriores van a votar. ¡VOTEN!