Voten

Publicado en Club Cortum

Les hablo hoy de usted, con el respeto que se merecen los y las ciudadanas de Catalunya, protagonistas de una pandemia devastadora para nuestra salud, economía y ánimo; y también de una de las décadas más difíciles de olvidar pero de las más insignificantes de nuestra historia. Diez años tirados a la basura del reciclaje de las promesas que jamás se pensaron cumplir y que taparon la dejadez y el abandono de un gobierno creativo para el marketing pero perezoso para el trabajo.

Solo por eso, ya deberían votar, tanto si están de acuerdo como si no. Voten.

Les pido que vayan a votar el próximo 14 de febrero pese a la pandemia, pese a las incongruencias y el absurdo. Pese a la falta de coherencia que les debe tener agotados y agotadas, en este circo en el que lo mismo te dicen que votar no es seguro pero ir a esquiar sí, o que no puedes ir a un concierto al pueblo de al lado, pero sí a un mitin. Lo sé, pero de primeras les avanzo mi súplica: voten. Y ahora les explico el por qué de tamaña petición, votar pese a todo.

Pese a todo, pese a lo que opinen de la clase política (que, escuchen: como en todas partes ni todo será bueno ni todo va a ser malo), pese a que estén hasta -palabras que no se merecen incluir en este artículo- y prefieran autoconfinarse en sana rebeldía. Pese a su propio enfado, más que comprensible y justo, voten.

Les voy a decir por qué.

Voten, porque el derecho a voto prevalece sobre muchos otros precisamente porque es nuestra forma más evidente de alzar la mano y recordar a quién haga falta que aquí quien manda es el pueblo, nosotros y nosotras.

Voten, si son mujeres, porque recuerden que hace menos de cien años, aunque quisiesen, no se les permitía hacerlo. Solo los hombres ostentaban ese privilegio. Exacto: votar es un privilegio.

Voten, porque tenemos que ser capaces de decir basta cuando un montón de gente pretende tomarnos el pelo y alargar una mentira que ya nadie se cree. Y no hablo de la independencia, sino de su proyecto. Jamás quisieron lograrlo. Jamás. Solo “marear la perdiz” jugando a hacer política. No estamos para más juegos; voten.

Voten, porque van a encontrar la facilidad del voto por correo. Y si no prefieren papeleo, encontraran colegios electorales con todas las medidas de seguridad habidas y por haber (epis, desinfección, ventilación, distancias…). Si van en transporte público, recogen a sus hijos e hijas en el colegio, hacen cola en una tienda, o van a un restaurante sin miedo (aunque con precaución), no tengan miedo a ir a un lugar donde millones de ojos estarán supervisando que todo sea correcto.

Y por último, pero no menos importante: voten por amor. Amor, sí; a la sanidad pública, a nuestra educación pública, a invertir en innovación, a promover los cuidados a quienes los necesitan. Amor a pensar que el que más tiene ha de ayudar al que menos. Amor a tener un país feminista, sostenible y más justo.

No les voy a decir a quién han de votar. Es más, me voy a dirigir a una persona de derechas, nacionalista o independentista, ideologías opuestas a la mía: no coincido en la mayoría de cosas con usted, pero sí en su derecho a defenderlas; así que vote.

Y a los y las de izquierda, a los que mi artículo os remueve: ojo, que mis interlocutores anteriores van a votar. ¡VOTEN!