Tierra de resiliencia

Publicado en ElFar.cat

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A menudo, cuando hablo de la comarca, me miran como si, de repente, tuviesen ante sí a una hobbit. Del Baix Llobregat, digo, con orgullo. Los Baixllobregatins i baxillobregatines, no tenemos bandera pero somos así. Nos gusta ser parte de un lugar que es símbolo de lucha, de resistencia, de fuerza y convicciones.

La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad. Afrontar, es decir, aceptarla y poner de tu parte para superarla. Esta comarca se ha enfrentado a varias guerras con sus posguerras, a una dictadura y algunas catástrofes naturales, mientras veía nacer la democracia y crecían sus ciudades, sus carreteras, su industria y su capacidad para convertirse en uno de los motores de la economía y de la innovación de Catalunya. El Baix Llobregat es resiliencia.

Esta comarca obrera en la que sus hijos e hijas crecían y se convertían con orgullo en los primeros de la familia en ir a la universidad. La acogedora, inclusiva, respetuosa e integradora tierra de los que estaban y los que vinieron. No fue fácil, pero ante la adversidad: resistimos, aprendimos y crecimos.

Nos llegó la crisis del ladrillo. Resistimos. Nos llegaron los gobiernos de derechas y años de recortes en sanidad, educación y seguridad. Resistimos. Nos dividimos con el procés y sus falsas promesas que crearon más enfrentamientos que acciones, más rotos que costuras para seguir creciendo. Resistimos. Y cuando pensábamos que, al fin, la buena voluntad de al menos una de las partes del conflicto provocaría un cambio en las reglas de juego… nos cayó encima el Covid19, como temían los galos de Asterix que cayese el cielo sobre sus cabezas.

Y vaya que si cayó el cielo. Esta crisis sanitaria, social y económica que no ha dejado a nadie a salvo, que arrastra miles de muertos con familias que no pudieron despedirse. Trabajadores y trabajadoras pasando de Erte en Ere viendo como sus vidas penden de un hilo cada 15 días. Autónomos/as desesperanzados, comercios y restaurantes que cierran y un estado generalizado de ansiedad ante cada nuevo dato y ante cada nueva medida. Medidas que muchas veces parecen formar parte más de una tirada de dados que de un plan pensado y bien orquestado.

Hace poco nos sorprendía la Generalitat con la noticia que sería el personal docente quien supervisara en las aulas las pruebas PCR. Eso tras un pequeño video tutorial que ni los mejores youtubers de la época se atreverían a hacer. Como si profesores y profesoras no tuviesen bastante con educar, gestionar la logística casi imposible de los centros con medidas Covid, vigilar la seguridad del alumnado, crear contenidos online por si acaso al tiempo que aseguras el buen funcionamiento presencial del aula. Además les pedimos que hagan un cursillo rápido de auxiliar de enfermería para suplir la incapacidad de una Generalitat que tras años de recortes en sanidad nos dice que no encuentran enfermeras ni médicos especializados. Como si ellos, con la inestimable ayuda de los gobiernos del PP, no hubiesen ahuyentado al talento de tantos y tantas jóvenes formados que no encontraron ni hueco ni salarios respetables en este país y tuvieron que buscarlo en otros. De esos barros estas miserias.

Luego se echaron atrás, como casi todo lo que hacen últimamente: soltar la liebre y si no gusta, desmentirse y recapitular. No nos olvidemos cuando en febrero toque decidir quién gestiona este país.

Los y las de la comarca aquí seguimos, resilientes, esperanzados con poder celebrar una navidad mínimamente en condiciones, comprando comida para llevar en nuestros restaurantes favoritos para apoyarles, compartiendo en redes al pequeño comercio y luchando de nuevo por recordar que el problema no está en la restauración, en los gimnasios , las actividades extra escolares o en los comercios. Clamando que la cultura es segura y recordando que de todas esas actividades dependen muchas, muchas familias a las que este país ha de dar respuesta más allá de alargarles la penitencia cada 15 días.

Hoy, con la pequeña esperanza de tener una vacuna a finales de año, el Baix Llobregat sabe que tendrá que volver a reconstruirse. Buscar nuevas maneras de demostrar nuestra valía y capacidad. Quizás la normalidad nunca vuelva a ser lo que era, pero esta comarca nunca dejará de ser lo que es: la tierra de gente fuerte y valiente capaz de afrontar esto y lo que nos echen. Tierra de resiliencia.