Publicado en Club Cortum
El mundo se paró en marzo cuando nos anunciaron que cerraban los colegios. Fue el punto de inflexión de lo que conocíamos como realidad. A partir de ahí todo se convirtió en una surrealista película de ciencia ficción de la que aún ahora, con incredulidad, nos preguntamos cuál será el desenlace. En septiembre, seis meses después, madres, padres, alumnos, alumnas, equipo docente y demás trabajadores y trabajadoras (comedores, extraescolares etc.) nos disponemos a volver a empezar. Volver sin ni siquiera haber acabado aún. Volver, con la incertidumbre de no saber si será para unos días, unas semanas o con aires de definitivo.
Volvemos a empezar y lo hacemos con muchas ganas, por supuesto. Ellos con ganas de volver a ver a sus amigos, de tener un mundo a parte del familiar. Los mayores, con necesidad incluso. Cuántas veces no habré dicho en mi casa “estos niños necesitan cole, ya”. Cuántas veces he tenido que posponer una llamada o apagar el audio de una reunión on Line porque tenía que atenderles y cuántas otras tantas he tenido que dejar de atenderles por tener que hacer mil otras cosas a la vez. Teletraconciliar, le llamaba. Ha sido duro, durísimo y tenemos ganas, muchas, de volver a los horarios, los tiempos, los cuadrantes infinitos de quién va a buscar al niño y de hoy toca basquet. Un estrés que se nos hace en parte entrañable, ahora.
Volvemos, pero lo hacemos con más esperanza que confianza. Esperanza en que no tiene por qué pasar nada y en que las medidas de seguridad que nos han explicado desde los centros de educación serán suficientes. Pero no confianza, porque la Generalitat no nos explica que va a pasar en caso de que un profesor necesite cogerse la baja, porque no se ha invertido en contratar más profesorado ni se ha exigido que las ratios sean realmente de menos de 20 niños como recomienda el Estado. Qué pasará cuando un positivo en una clase obligue al resto de niños, niñas y profesorado a aislarse 15 días, den o no positivo ellos. Pongamos el ejemplo de un positivo en 3o A; mientras 3o B sigue yendo a clase, los del A seguirán dando materia online ¿o estaremos en un limbo de espacio y tiempo dónde unos avanzan y otros no según las circunstancias? La Generalitat habla de respetar la autonomía del centro, parece que muestren confianza y lo que hacen en realidad es desviar la responsabilidad a los equipos directivos en lugar de proporcionarles protocolos claros de actuación, dependiendo las decisiones de la iniciativa y a los medios que tenga cada centro.
No hay planes, no hay gestión solo hay improvisación. El gobierno de la Generalitat nos tiene acostumbrados a pedir competencias y a no saber qué hacer con ellas cuando las tiene. Pero queremos salir de este bucle.
Los padres, las madres, sí somos responsables y sabemos que volver a la escuela, ahora mismo tiene riesgos, pero que no ir tiene más. Sin educación pública de calidad no podremos nunca conseguir la igualdad de oportunidades. Educar a nuestros hijos e hijas es la única garantía que tenemos de asegurarles un futuro y también de asegurarnos uno a todos y a todas como sociedad. La igualdad de oportunidades también reduce la brecha social. Nos acerca al mundo mejor que todos y todas queremos lograr. Lo sabemos y por eso vamos a llevar a cada niño y niña al horario que le toque aunque tengamos que entrar con uno y no saber cómo no traer al otro hasta diez minutos después. Vamos a comprar cantidades ingentes de mascarillas, sus bolsitas o maletines para llevarlas y les vamos a decir a nuestros hijos e hijas que aquello de “hay que compartir” en 2020 no se estila, que ya si eso nos ponemos generosos el año que viene. Mientras marcamos las cantimploras, los estuches y cada uno de los lápices con su nombre “porque esto es tuyo y solo lo puedes tocar tú” les recordamos que se tendrán que lavar las manos cinco veces al día y les pedimos que tengan mucho cuidado en el comedor. Nuestros y nuestras pequeñas lo entienden, van a ser responsables y poner de su parte. Estaría bien que los y las mayores que tienen que garantizar su seguridad desde el Govern tuviesen la misma dedicación.
Tampoco les pedimos tanto, gestionen los recursos, hablen con los centros educativos, coordinen sus acciones con el Estado fuera de intereses partidistas, aseguren un plan B por si necesitamos de nuevo que la educación online no se reduzca a enviar deberes por mail una vez por semana. Hagan su trabajo para que podamos hacer eso tan ilusionante, emotivo, decisivo e importante que hacemos cada septiembre: volver al cole.