Emprendedoría y maternidad

Publicado en Coachability Foundation(inglés)
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Hace años que no sé lo que es despertarse y sencillamente pensar en desayunar y ver lo que te depara el día. Ser madre te cambia la perspectiva de la vida, pero también del tiempo. Del tiempo y de sus usos. El día, ahora, empieza con el listado mental de cosas pendientes por hacer, entre las que se incluyen trabajar, cocinar, proveer, educar, cuidar, limpiar, planificar… y si hubiese tiempo, espacio y oportunidad: aprender, disfrutar, crecer o ese preciado verbo que es descansar. Al menos en lo laboral, tengo cierta seguridad, un horario y un sueldo que me llega a fin de mes. Pensar en emprender me parece una aventura a la que no sé si me atrevería a lanzarme. Admiro profundamente a quien da ese paso.
La maternidad, coincidiréis, es difícil. Emprender, está claro, es difícil. Suma maternidad y emprendedoría y ¿Qué tenemos? Los datos nos dicen que en 2019 por cada diez hombres que decidieron emprender, en el mundo, solo seis mujeres lo hicieron. Un dato aún pobre, pero esperanzador si consideramos que es el mejor en los últimos años.

En una sociedad en la que los cuidados a los hijos e hijas han recaído y recaen mayoritariamente en las mujeres, no es difícil pensar que cuando un hombre y una mujer se sitúan ante el dilema de decidir si emprender o no, las diatribas con las que se encuentran no son las mismas. Las dudas, los dilemas conllevan palabras que los hombres no siempre tienen en cuenta: renuncia, conciliación y la peor de todas: culpa. La culpa de no estar para todo, de no llegar a todo.

La gestión de los tiempos no es la misma si eres madre que padre porque, aún hoy en día, la gestión de los hijos es diferente para cada progenitor. Lamentablemente, pero el hecho obliga a las consecuencias.

Durante la preparación de este artículo me di cuenta que es muy difícil hablar de lo que no se conoce. Para poder ponerme en la piel de una mujer que decide emprender el viaje de iniciar un negocio propio hice el ejercicio de hablar varias madres, emprendedoras o relacionadas con el trabajo en promoción económica. Les pedí que me dijesen algunas palabras que se les viniesen a la cabeza al pensar en maternidad y emprendedoría.
Las palabras que me dijeron fueron: tiempo, constante, exigencia, familia, dinero, tenacidad, luz, valor, independencia, sacrificio, esfuerzo, creatividad.

Constante, tenacidad, esfuerzo: para ponerlo en marcha y hacer que funcione. Luz, creatividad: para darle ese contenido único, especial, que marque la diferencia. Independencia y dinero: una cosa ligada a la otra, siempre. Queremos que nuestra idea prospere, que genere éxito. Exigencia, familia, sacrificio: sobre cómo encontrar ese equilibrio a veces imposible entre dedicarte con cuerpo y alma a levantar un proyecto y a la vez ser madre, pareja, amiga, persona.

Les pregunto si añadirían culpabilidad, que es la palabra que yo creía que me dirían y que ninguna ha pronunciado, y me dicen que ni en un solo momento lo han pensado.

Tienen algo en común, son mujeres fuertes, decididas, de las que cogen todo y tiran para delante. Me doy cuenta que soy yo y no ellas la que ha usado el concepto culpa y es porque lo miro desde la barrera cobarde de la falta de decisión.

Ellas, heroínas valientes, decididas y capaces no cuentan con la culpa porque la dejaron atrás cuando pusieron en primer lugar su decisión a empezar un proyecto. La ilusión es mayor, el esfuerzo no te deja tiempo para esa pequeñez molesta e innecesaria y por último, si lo logras, la recompensa borra de un plumazo cualquier duda inicial.

El equilibrio no es imposible, se puede ser madre, mujer y emprendedora y puedes además, tener éxito en las tres vertientes. Siempre entendiendo que el éxito no es ser la mejor en cada cosa sino tener los resultados que tus metas han planteado. Quizás, aceptando limitaciones, jugando con algunas pequeñas renuncias y siendo especialistas en aprender a priorizar el equilibrio es factible. La gestión del día a día dependerá de cada persona, cada caso y sus circunstancias, pero mientras pueda ser una cuestión de organización y no de imposibilidad habremos avanzado ampliamente en el camino hacia la igualdad.

Necesitamos una sociedad que equipare a la mujer y al hombre en los trabajos de cuidado y entonces podremos seguramente apreciar datos que distaran mucho a los actuales, en los que las mujeres y los hombres decidirán emprender sin que uno de ellos, las mujeres, tengan que poner en la balanza de emprender o no el ser madres.