Artículo publicado en
ElFar.cat
Durante mucho tiempo, las familias hemos defendido una mejor política sobre la conciliación familiar. Es decir, gestionar mejor el uso de los tiempos, laborales, familiares, personales para equilibrarlos. Cuando aún no habíamos conseguido una reforma que diese respuesta a la problemática nos ha llegado una situación de crisis mundial que nos ha obligado a conciliar al extremo el trabajo, los y las hijas y buscar ese espacio de tiempo para ti. Pero no, esto no es conciliar.
Me encantaría empezar este relato con un “suena el despertador” pero no suena, ni falta que hace. Mis mellizos de seis años marcan el inicio de la jornada entre las 7 y las 8 cada día. Respondo unos WhatsApps sin salir de la cama. Reviso redes del trabajo, cuelgo alguna cosa. Últimamente siempre es el día internacional de algo. La tele resuena ya, histriónica. Antes teníamos fuerza para decir que no tocaba, ahora ya hemos relajado la exigencia. Desayunan. Ordeno sobre la mesa portátil, agenda, libreta, bolis, iPad, mientras el comedor se convierte en una cabaña. Respondo más WhatsApps y voy a por los mails. Empiezan las advertencias a mi hijo mayor. Los “sal de la cama y conéctate al instituto” durarán un par de horas, con alternados de 15 o 20 minutos según el resto de injerencias del día. Vuelvo a revisar el móvil. ¿Saqué algo para comer ayer?. Reviso instagram, facebook, twitter del trabajo y personal. Me doy cuenta que yo no he desayunado. Teletrabajo mientras descargo las “feinetes”, que luego hay que escanearlas y subirlas al google drive que ha hecho el cole. Tardo una hora en cocinar. Comemos en 10 minutos. ¿Hoy toca video conferencia con la profe? No, porque hoy es martes. Pues no es martes, es miércoles y tengo una reunión por zoom. ¿Me he peinado?. Zoom. Ah claro sí, lo tendré listo mañana. que es… ¿jueves? Intento prestar atención a los niños. “Ah sí, qué chulo” “no lo sabía” “muy bien cariño”. Si me siento a descansar pierdo mi hora de hacer deporte. Elijo. Vuelvo a ordenar sobre la mesa portátil, agenda, libreta, bolis, ipad. Teletrabajo. Ojo que se va a acabar la hora de sacar a los niños. Reviso instagram, face, twitter. Mascarillas. No toquéis nada. Volvemos. A lavarse las manos. No toquéis nada. Desinfectante. Contesto whatsapps. ¿La cena?, ¿Los duchas? venga. Recojo agenda, libreta, bolis, ipad. El portátil lo resitúo. Lavaos los dientes. A la cama. Bueno, una peli venga, total, no hay que ir al cole. Veo la peli mientras intento enviar unos mails. Contesto WhatsApps. Ya no sé que hora es. Porque seguro que es jueves, ¿Verdad? Se duermen los peques, el mayor está más despierto que en todo el día. Es mi momento de ser persona. Cojo el libro, miro con cariño el marcador de página. Contesto un whatsapp. Reviso instagram, face, twitter ya no sé si del trabajo o personal. Me caigo de sueño. Y suerte que nosotros tenemos salud, pienso. Porque… ¿Las familias que han pasado el Covid, más todo esto, cómo lo han hecho? Contesto el que será el último WhatsApp y ratifico: No. Esto no es conciliar.
Y no quiero ni pensar qué hacer cuando pase de teletrabajo a trabajo presencial sin colegio para los niños.
Cuando volvamos a la normalidad, la nueva, la buena, la de cada uno o una, la que sea, y dejemos de ser padres y madres orquesta (trabajadora, profesora, entrenadora, animadora, ama de casa y psicopedagoga al tiempo) tendremos que abordar el tema del trabajo, el teletrabajo y la conciliación familiar. Atendiendo a todo tipo de familias y circunstancias. Desde la política, las administraciones públicas, desde Educación y también desde asociaciones de padres, madres etc; se han de facilitar las herramientas y las oportunidades para lograr una conciliación real. Durante estos meses hemos podido poner en valor la importancia de las cosas. Hemos podido pasar más tiempo con nuestros hijos e hijas, conocernos mejor y darnos cuenta de las muchas cosas que nos perdemos en el día a día. Pero también hemos visto la necesidad de poder trabajar en un espacio tranquilo donde poder concentrarse. Tener tu margen fuera del núcleo familiar, un entorno diferente. El poder salir, hacer deporte fuera, relacionarte con otra gente. Este maldito virus nos han robado lo que no sabíamos que teníamos: tiempo para decidir cómo gestionar nuestro tiempo.
Tendremos que aprender que trabajar no es no tener vida fuera del lugar de trabajo; que teletrabajar no es hacer más horas extras de las que harías normalmente. Que conciliar no es no tener espacios propios, ni tiempos propios y cargar con los y las hijas siempre a cuestas. Necesitamos aprender a mejorar el uso del tiempo y el valor que le damos; y también aprender a renunciar sin que suponga un conflicto externo – que es más fácil de regular-, y sobre todo que no nos cree uno interno, convirtiéndonos a veces en nuestros peores enemigos.
Si toda crisis es una oportunidad esta es la nuestra para aprender a conciliar.