Puedes elegir ser tramposo, mentiroso, incluso perverso y rencoroso.
Puedes, si así lo decides, ser malo, no hacer lo correcto, saltarte o ignorar las reglas.
Ser egoísta, si quieres, embustero, fullero.
Hacer daño, calumniar,
Querer poco o despreciar.
Puedes.Tú sabrás.
Si eliges, ninguna de esas cosas marcará quien eres, solo lo que haces. Aunque elegir lo que eliges, sí, eso sí.
Pero ser cobarde, no se escoge, no se controla, no está en ningún plan ni visión futura de uno mismo.
Te supera y te envuelve. Y no te deja ser ninguna otra cosa. Ser inconsciente, hacer por hacer, creer que lo que sea será sin tu tener decisión activa y por tanto ninguna responsabilidad. No, así no. Así no eres tú sino sombra de lo que nunca llegarás a ser aún pudiendo. Tan triste y lamentable como eso. Sombra que sin sol ni existe.
Ser cobarde no es una opción. No puedes, te puede. Y define el tipo de ser, lo poco, que eres. Siempre hay quien prefiere orbitar a descubrir camino.
Tú, el que hierras y haces mal, hablemos, aprendamos, crezcamos. Cobarde, tú abstente de rodearme, procura evitar quererme con esa falta absoluta de luz y ese exceso de tiniebla, no te necesito y estoy harta, agotada, de darte la oportunidad de brillar.
Le dijo un día el sol, que como estrella es femenina a la luna que, masculinea en su satelidad.
Jz