¡Es una calle sin salida! – le gritó.
Pero ella siguió hasta el final.
Una vez allí posó las palmas de las manos sobre el muro de cemento. Deseo con todas sus fuerzas que un portal mágico se abriera ante ella, una puerta hacia un mundo donde baldosas de color te hiciesen fácil saber elegir el camino.
Clavó las uñas, abrió bien los ojos y esperó.
No pasó nada.
Te lo dije- insistió al alcanzarla.
Pero no por eso dejé de intentarlo- contestó, feliz.